¿Has visto a alguien que al hablar en público se ponga nervioso y se mueva de un lado a otro? ¿Has visto a alguien inseguro tocarse la cara o el pelo repetidamente? ¿Qué has pensado cuando lo has visto?
El balanceo derecha-izquierda o delante-detrás, los tics (tocarse el pelo, la nariz o rascarse la cabeza) y el andar de un lado para otro sin ningún objetivo denotan nerviosismo e inseguridad y, más importante aún, minan nuestra credibilidad. La audiencia de forma inconsciente está detectando alguna cosa que no cuadra y que no les hace sentir cómodos; incluso algunas veces el tic es tan obvio que la audiencia se dedica a contar cuantas veces te tocas la nariz.
El aspecto clave de estos movimientos descontrolados es que distraen y nos alejan de nuestro propósito de conectar con la audiencia.
En un proceso de comunicación pueden existir muchas interferencias (estados de ánimos distintos, ideas pre-concebidas sobre el orador o sobre el tema, forma de vestir, ruido ambiente, genero hombre-mujer y un largo etcétera) y nosotros debemos minimizar estas interferencias empezando por nuestros movimientos.
Movimientos con propósito y Posición de reposo
Tu objetivo es realizar movimientos con propósito y no moverte simplemente por nervios o inseguridad. Cuando no sepas que hacer con tus manos y tu cuerpo la solución es ponerte en “posición de reposo”. Esta posición consiste en estar de pie, erguido, con las piernas un poco separadas y con los brazos y manos sueltas a los lados (debería ser una pose cómoda, es decir, una pose de reposo).
A partir de esta posición de reposo puedes empezar a dotar de movimiento a tu cuerpo. Existen tres formas de realizar movimientos con propósito:
La primera es con movimientos de acompañamiento que te van a mostrar más natural. Es decir, puedes realizar movimientos con tus manos que acompañen las palabras que estás diciendo al igual que lo haces al hablar con un amigo. Todos nosotros movemos las manos al hablar y de hecho, al ser latinos, tendemos a mover las manos mucho más que por ejemplo los anglosajones. Un secreto es que las manos no deberían moverse con demasiada energía y tampoco deberían superar la altura de los hombros (a no ser que exista un motivo muy concreto como por ejemplo señalar lo alto que era el campanario).
La segunda forma de moverse con propósito es gesticulando tanto con gestos corporales como con expresiones faciales para resaltar tus palabras y potenciar tu mensaje. Es decir, se trata de ser muy expresivos a nivel corporal para que la audiencia pueda revivir lo que estamos contando. Por ejemplo, si explicamos que aquel día hacía mucho calor entonces pongamos cara de agobiados por el calor y también sequémonos el sudor de la cara. O si alguien nos quiso robar la cartera pongamos cara de susto o miedo y protejámonos del ladrón.
La tercera forma es moviéndonos por el escenario, pero ojo!, con propósito! El uso del escenario requiere planificación y hay que pensar en la distribución espacial de nuestras historias, ubicación de nuestros personajes, donde estarán nuestras anclas, desde dónde contaré los distintos puntos del discurso y otros aspectos. Nuestro objetivo debe ser clarificar nuestro mensaje y para ello debemos ordenar nuestras ideas de forma espacial para que la audiencia las pueda visualizar. En un próximo artículo trataré en más detalle el movimiento por el escenario.
En resumen, si quieres conectar con la audiencia y potenciar tu mensaje utiliza movimientos con propósito. Elimina tus movimientos nerviosos y tus tics y sitúate en posición de reposo. A partir de esa posición tranquila y segura puedes añadir movimientos de acompañamiento para ser más natural y también gesticular para ser más expresivo y que la audiencia reviva tu historia. Por último, es importante planificar el uso de escenario para permitir que la audiencia visualice tus ideas. Si utilizas estas técnicas ganarás en credibilidad y tu mensaje llegará con más fuerza.