Las 5 personalidades: ¿cazas conejos o ciervos?



Somos muy envidiosos. Ese es el resultado de un estudio reciente realizado conjuntamente por tres universidades españolas que ha analizado la personalidad de 541 voluntarios en base a sus respuestas a más de 8.000 preguntas en las que se presentaban conflictos sociales en los que podían colaborar o entrar en conflicto.

Los dilemas planteados a los voluntarios plantean juegos en los que se gana un dinero en función de si deciden trabajar en equipo o en solitario. Una de las decisiones que debían tomar era si preferían cazar conejos ellos solos o ciervos con un compañero. Las respuestas fueron analizadas por un algoritmo matemático que clasifica nuestra personalidad en 5 grupos en función de si se desconfía del compañero, si se espera lo peor de él o por el contrario se espera lo mejor.

Las 5 personalidades posibles son: envidioso (lo son un  30%), optimista (20%), pesimista (20%), colaborador (20%) o indefinido (10%). ¿A qué grupo perteneces tú? 


La periodista Sara Sanz en un artículo en La Vanguardia resume los rasgos principales de estas 5 personalidades de la siguiente forma.

Envidioso

No le importa qué gana si es más de lo que obtiene el resto.

El envidioso elegiría cazar conejos, porque como mínimo estará igual al otro o mejor. “No les importa la ganancia obtenida, siempre que sea superior a los demás”, explica el investigador Anxo Sánchez, catedrático de Matemáticas de la Carlos III. En los dilemas posteriores los participantes con este rasgo más marcado actuaban siempre movidos en función de lo que el otro obtenga, es decir, por comparación con el compañero y no en función de si el resultado final es beneficioso o no para él. Sánchez afirma “Es un rasgo bastante común en la sociedad española y, creemos, que en general en la occidental. No sabemos si lo es en otras culturas, como la asiática, la africana o la latina, y esta es una de las líneas de trabajo que queremos estudiar próximamente”.


Optimista
Decide pensando que el otro escogerá lo mejor para los dos.

Ante el dilema de la caza, el optimista escogería cazar ciervos, porque “es lo mejor para los dos”. Las personas positivas comparten una serie de cualidades, como tener confianza en ellas mismas, disposición a ver la vida como una botella medio llena, considerar las situaciones vitales como una oportunidad y la permanente búsqueda de soluciones a los problemas cotidianos, en su afán de evitar que se instale sobre su cabeza una nube negra que le impida ver el mundo de una manera más amplia. Precisamente su esfuerzo por superar los avatares de la vida les hace, también, ser muy proclives a la tenacidad y al esfuerzo. Y, por encima de las cosas, son personas que intentan no culpar a los demás de lo que les ocurra, sino que se sienten responsables de sus propias vidas. En general, son personas alegres, con muchas ganas de disfrutar y que se niegan a recelar de las intenciones del prójimo al restarle energía para seguir su camino. Este tipo de personas siempre encuentra alguna cualidad en el que está a su lado.

Pesimista
Cree que el otro le perjudicará y escoge la opción menos mala.

Al igual que el envidioso, el pesimista también elegiría cazar conejos porque así se asegura que tiene algo. Según la RAE, pesimista es aquella persona que tiende a ver y a juzgar las cosas en su aspecto más negativo o desfavorable. No es tanto que el compañero obtenga un beneficio superior (envidioso), sino que ese compañero no lo merece o el beneficio es perjudicial para él o para la humanidad. Según los psicólogos, los pesimistas tienden a desechar objetivos que podrían alcanzar, debido a la poca confianza que tienen en sí mismos. A la hora de abordar problemas o situaciones difíciles, tienden a desanimarse a sí mismos. Prefieren hacerse a la idea de que todo saldrá mal por temor a la decepción que sufrirían si fracasan y confunden lo posible con lo probable, de modo que para ellos algo que sólo remotamente es probable que suceda, pasa a ser ­considerado como algo que fácilmente puede suceder. Además la persona pesimista afronta los problema como quien se encuentra con un muro insalvable. Y es que no ve con claridad las cosas y no cuenta con la objetividad necesaria para verlas.

Confiado
Coopera siempre y le da igual ganar que perder.

Ante la posibilidad de cazar ciervos juntos u optar por cazar conejos en solitario, el confiado no lo pensaría dos veces: cazaría ciervos. A las personas que responden a este perfil les gusta cooperar y prefieren esta opción aunque ello pueda representar no conseguir lo máximo. A di­ferencia del envidioso, el confiado no da tanta importancia a ganar o perder. Piensan que una persona o un grupo es capaz de actuar de forma correcta en una determinada situación, igual que creen que lo hacen ellos. La ­confianza se caracteriza por ser una emoción positiva y, en general, se relaciona con la seguridad en uno mismo. Cuando alguien confía en algo, no teme que pueda sucederle algo malo. Una persona que confía en sí misma suele aceptar retos y se plantea metas cada vez más alta porque piensa que puede lograrlas. La RAE define la confianza como la esperanza firme que se tiene de alguien o la seguridad que este tiene en sí mismo, pero un exceso de ­confianza en las propias capacidades puede comportar también ciertos riesgos y dar paso a un sentimiento de culpa, fracaso y frustración.

Indefinido
No encaja en ninguno de los cuatro perfiles anteriores

El comportamiento del diez por ciento de los voluntarios no encajó con los otros grupos, que quedaron bien definidos después de analizar las 8.000 decisiones que tomaron ante un centenar de dilemas distintos. En este grupo no puede establecerse una pauta homogénea de comportamiento, y en él se incluye un amplio abanico de subgrupos integrados por personas que no respondieron de forma clara al perfil del envidioso, el optimista, el pesimista y el confiado. Sin embargo, lo significativo del estudio es que sólo representa el 10% del total de los voluntarios, una población de perfil heterogéneo y de distintas edades.

¿A qué grupo perteneces? Tu personalidad está determinada en un 30% por la genética según explica el psiquiatra e investigador Luís Rojas Marcos, pero tenemos un 70% de flexibilidad para ser como queramos. Si no te gusta la forma en que afrontas tu vida, siempre estás a tiempo de cambiar tu personalidad.

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