Ni me ha mirado ni me ha sonreído

Acabo de darme uno de los grandes placeres de la vida: he desayunado un bocadillo de jamón y una coca-cola. Mientras desayunaba, Carlota, la camarera, me ha recordado la importancia de la mirada y de la sonrisa … pero me lo ha recordado por su ausencia! Carlota no me ha alegrado el día. Y lo peor es que tampoco se lo ha alegrado ella.

​Cuando he llegado al bar Carlota me ha mirado de reojo y me ha hecho un gesto con la cabeza como preguntando «Y bien, qué quieres?». Yo le he pedido un bocadillo y una coca-cola y me he sentado en una mesa a esperar mientras leía el periódico. Al cabo de un rato me ha traído el plato y el vaso y sin decirme nada los ha dejado encima de la mesa y se ha marchado. Las cosas como son: El bocadillo estaba buenísimo! A la hora de pagar le he pedido «Me cobras por favor?» y ella sin mirarme me ha dicho «5 Euros». Yo le he dado el importe exacto y ella mirando el dinero me ha respondido con un seco: «Vale».

Me he sentido mal, me he sentido incómodo. Era la segunda vez que iba a este bar pero ya no volveré. Como hubiera cambiado todo si Carlota me hubiera mirado a los ojos, me hubiera sonreído y me hubiera dicho «gracias». Estas tres acciones son gratis, cuestan muy poco de hacer y tienen un gran impacto! Cuando nos relacionamos con otras personas nuestra mirada y nuestra sonrisa tienen una importancia capital. Y hablar en público no deja de ser una forma de relacionarnos con otras personas.

  • El contacto visual nos muestra cercanos, muestra que estamos pendientes de la otra persona, que nos preocupamos por ella. Son cosas tan obvias que no las valoramos hasta que no están. Cuando Carlota no me ha mirado, lo he notado y me ha afectado.
  • La sonrisa nos muestra distendidos, se contagia, nos relaja a nosotros y también relaja a los demás y nos alegra la vida. La sonrisa es muy poderosa. La próxima vez que estés enfadado sonríe y verás como tu percepción de la situación cambia.

Al no sonreír, Carlota no solo pierde la ocasión de conectar con sus clientes sino que además pierde la ocasión de disfrutar de su día. Seguro que Carlota está sumergida en su mundo interior y debe estar pensando en sus problemas pero cuando estás en frente de un cliente tienes que dejar tus problema a un lado. De la misma forma, cuando hablas en público tienes que centrarte en tu audiencia y mostrar la mejor versión de ti mismo. La mayor parte de la audiencia solo te conocerá durante los 30 minutos de tu presentación y hay que aprovechar ese tiempo para causarles una buena impresión.

Sonríe, mira a los ojos y da las gracias y así alegrarás el día a los que te rodean. Cuesta poco, es gratis y todo el mundo te lo agradecerá.

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