Hoy escribo desde Eindhoven (Netherlands) dónde estoy pasando unos días de relax con mi mujer para desconectar de nuestro día a día. Por muy contento que esté con mi vida (mis 3 hijas, mi trabajo, el pueblo donde vivo) es bueno de vez en cuando, además de viajar para pasarlo bien, viajar para tomar distancia y así valorar aún más todo lo bueno que tengo.
Ayer mi mujer y yo fuimos al museo Philips, unos de los atractivos de la ciudad, y durante la visita me interesé por los orígenes de la empresa que nació aquí en Eindhoven fabricando las bombillas incandescentes que Edison había inventado unos años antes. A veces tenemos la impresión que hay empresas que han tenido muy fácil sus inicios: se podría pensar: “seguro que en esa época no había competencia” o “lanzaron un nuevo producto -la bombilla- que había inventado Edison y la familia Philips sólo tubo que fabricarlo”. Nada más lejos de la realidad. La historia de Philips me dejó tres reflexiones interesantes que recojo a continuación.
Reflexión 1: Los inicios no fueron fáciles
Gerard Philips era ingeniero y en 1980 empezó a trabajar con lámparas incandescentes y, al año siguiente, con la ayuda económica de su padre Frederik, compró una nave (donde actualmente se ubica el museo) para empezar la fabricación. En esa época sólo en Holanda ya había 4 competidores y, a nivel global, cada vez había más empresas que luchaban por hacerse con el control del mercado de lámparas incandescentes. Tanta era la competencia que tras 3 años de intentos, en 1984, Gerard casi tiró la toalla; fue gracias al apoyo de su padre que decidió continuar.
> Mi conclusión: Los inicios nunca son fáciles y si tienes una idea en la que crees no tires la toalla y lucha para superar las dificultades iniciales.
Reflexión 2: Centrarte en el punto fuerte
Los competidores de Philips apostaron por desarrollar y fabricar el sistema de iluminación completo: estación generadora, lineas de transmisión, luminarias; su estrategia era dar soluciones completas a los clientes y de paso apropiarse del máximo valor posible de la cadena. Gerard Philips por el contrario utilizó una estrategia distinta: centrarse exclusivamente en la fabricación de la lámpara. En 1980 el filamento de la lámpara que se quemaba rápidamente y las lámparas duraban poco tiempo; Gerard pasaba muchas horas en el laboratorio de la foto de arriba para mejorar el filamento y los otros componentes de la lámpara. Esta estrategia le llevó a fabricar lámparas-bombillas de calidad y a innovar, mejorar, y reducir los costes de producción.
> Mi conclusión: Identifica exactamente qué te diferencia de la competencia y apuesta por hacerlo aún mejor
Reflexión 3: Un buen producto no es suficiente
Gerard dedicaba su tiempo y energía al desarrollo y la fabricación, mientras que las ventas llegaban en cuenta gotas y sólo permitía sobrevivir a la empresa. Todo cambió cuando en 1985 el hermano pequeño de la familia, Anton, se unió a la empresa con sólo 21 años, y con una habilidad especial para las ventas, empezó a conseguir contratos cuantiosos como cuando al poco de incorporarse a Philips viajó a Rusia y consiguió la primera gran venta. Fue también la visión comercial de Anton que permitió entrar en el mercado de la radio y posteriormente de la televisión.
> Mi conclusión: Las buenas ideas, los buenos productos y los buenos servicio no llegan lejos si no hay músculo comercial.
Philips, como muchas otras empresas, sufrió en sus orígenes y tuvo que superar muchas dificultades en sus inicios. Podemos aprender grandes lecciones estudiando los orígenes de empresas que han triunfado y por eso me encanta conversar con emprendedores. Y tú, ¿Qué le vas a preguntar al próximo emprendedor con el que converses?