La vida está llena de cosas agradables pero también, por desgracia, hay situaciones negativas y desagradables. Si llevas unos cuantos años dando vueltas por este mundo ya sabes que tenemos que disfrutar de las cosas positivas e intentar gestionar y aprender de las cosas negativas. Ahora bien una cosa son los retos y las dificultades que incluso nos ayudan a crecer y otra cosa muy distinta son las preocupaciones recurrentes que nos restan energía.
¿Sabías que tienes 7 preocupaciones que constantemente están dando vueltas en tu cabeza? Estos pensamientos negativos condicionan tu forma de afrontar la vida, determinan tu actitud en frente de las oportunidades que se te presentan y afectan a tu estado de ánimo que tiñe todo aquello que haces.
Todos somos distintos (por suerte), tenemos vidas distintas y nos afectan las situaciones de forma distinta. Esto nos conduce a tener preocupaciones distintas, Sólo tu sabes cuáles son tus preocupaciones o al menos deberías saberlo. Muchas veces funcionamos por la vida sin tomar consciencia de que en nuestra mente hay preocupaciones recurrentes que dan vueltas sin parar. No hablo de una preocupación puntual cómo «hoy tengo una reunión importante» sino de preocupaciones recurrentes cómo «estoy gordo y debería perder peso». Algunos ejemplos que quizás coinciden con tus preocupaciones son:
- Estoy gordo y debería hacer deporte
- No tendría que comer chocolate; debería comer más verdura
- Qué nariz más grande tengo
- Tengo los dientes torcidos
- Soy muy bajito
- Soy muy feo y las chicas no se fijan en mi
- Me gustaría vestir mejor
- Soy muy borde, debería ser más amable, debería sonreír
- Soy demasiado amable y demasiado blando
- Me gustaría jugar mejor al pádel, qué malo soy
- No tengo amigos y tendría que salir más
- Debería prestar más atención a mi mujer y dedicarle más tiempo
- Mi trabajo no me gusta
- No soporta el ruido que hace el vecino cada noche
La mayoría de personas tienen 6 o 7 preocupaciones recurrente que dan vueltas continuamente por su cabeza. Este número no es casual sino que resulta que normalmente no tenemos capacidad para recordar listas más largas. Te propongo que des 4 pasos para superarlas:
- Haz una lista con tus preocupaciones. Identifícalas! Ponles nombre y apellido; es decir, escríbelas de forma clara porque tomar consciencia de ellas es el primer paso para poder solucionarlas. Quizás pensarás «yo ya se cuáles son, no hace falta escribirlas»; te animo a que escribas la lista porque muy posiblemente te sorprendas cuando hagas el ejercicio.
- Date cuenta del tiempo y la energía que te quitan. Nuestro subconsciente está continuamente trabajando y gasta mucha energía en repasar todas las cosas que nos preocupan. Puede parecer que no sea muy importante, pero el día tiene 24h y tenemos una energía limitada. Si en lugar de desperdiciar tiempo y esfuerzos mentales en darle vueltas a las preocupaciones, lo dedicáramos a objetivos positivos seríamos más productivos. Date cuanta cuantas veces piensas durante el día en tus preocupaciones.
- Define un plan de acción. Aquellas cosas que puedas cambiar, cámbialas! ¿Quieres seguir pensando el resto de tu vida «tengo los dientes torcidos»? Si esta es una preocupación recurrente ponte manos a la obra y soluciónala; ponte aparatos. Verás cómo te sientes mucho mejor y además liberas energía para dedicarte a otros proyectos. Siempre hay cosas que se pueden hacer para dar solución a una preocupación; quizás te va a requerir esfuerzo y voluntad pero definir un plan de acción y cumplirlo va a merecer la pena.
- Aplica la estrategia del «ñe-ñe-ñe». Aquellas cosas que no puedas cambiar, supéralas! Si tu preocupación es «soy bajito» y no puedes hacer nada por solucionarlo, supéralo. Se trata de eliminar este pensamiento de tu subconsciente, y para ello, cada vez que te encuentres pensando «soy bajito» (o cualquiera que sea tu preocupación) contéstale «ñe-ñe-ñe» cómo riéndote de tu voz interior y diciéndole «ya está la vocecita molestando con sus preocupaciones». Verás como al cabo de unos días tu subconsciente entiende que debe cambiar de tema.
Un día de verano del año 2007 fui a ver a mi abuela a su casa de Sant Pol de Mar (Barcelona). Sentado en el sofá a su lado mirando el mar y la gente que se bañaba en la playa, mi abuela se giró, me miró fijamente con sus ojos brillantes y me dijo: «La vida pasa muy rápido, y te lo digo yo que he vivido 98 años. Aprovecha cada momento.». La vida es demasiado corta cómo para gastarla en preocupaciones. Hacer algo al respecto está en tus manos.