Lecciones de felicidad en Toastmasters

Esta mañana (domingo) ha tenido lugar el concurso de oratoria de Toastmasters

 en el que diversas personas han dado un discurso para ver cuál era más motivador e inspirador. Toastmasters.com son clubs en los que se practica la oratoria y que de vez en cuando se juntan para concursar. Debido a mi trabajo como coach y formador en comunicación oigo muchos discursos a lo largo de la semana y, en comparativa, el nivel de los participantes de Toastmasters es muy alto.

Durante la mañana ha habido cerca de 20 concursantes y se han lanzado muchas ideas buenas, pero hay una que me ha interesado especialmente porque ha planteado la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos tener un impacto positivo en los demás? ¿Qué podemos hacer a lo largo del día para mejorar la vida de aquellos que nos rodean?

Hay múltiples cosas que podemos hacer para impactar positivamente en los demás, pero una de ellas es extremadamente sencilla y, sin embargo, muy poca gente la aplica. «Sonríe para hacer más felices a los demás» nos ha dicho Ian en su discurso.

En 1.992 en EEUU se realizó un estudio, nos ha explicado Ian, en el que se preguntó a un grupo de gente su nivel de felicidad. Después se les hizo esperar durante 10 minutos en una sala en la que en algunos casos había un infiltrado que tenía una actitud neutra parecida al resto del grupo. En otros casos el infiltrado se sentaba en una silla con cara de felicidad y una sonrisa resplandeciente como si acabara de ganar la lotería. Pasados los 10 minutos se les volvía a preguntar su nivel de felicidad: los que habían tenido el infiltrado neutro no mostraron ningún cambio en su nivel de felicidad, mientras que los que habían tenido un infiltrado sonriente dieron una respuesta 2 puntos superior. Conclusión, la sonrisa es contagiosa y quien la recibe eleva su nivel de felicidad. 

Como Ian es un buen orador sabía que lograría más impacto con su discurso si añadía una historia personal y además realizaba una llamada a la acción. Ian ha compartido que cuando él era pequeño a su padre le gustaba jugar a un juego. Vivía en un pueblecito, y cuando iba a la ciudad por trabajo o simplemente a pasear, intentaba conseguir el máximo número de puntos. Para ello, miraba a un desconocido a los ojos y le regalaba una enorme sonrisa; si el desconocido le devolvía la sonrisa entonces sumaba un punto. Su objetivo era sumar el máximo número de puntos posible. Todos podemos jugar a este juego y no sólo haremos más felices a los demás sino que también seremos más felices nosotros porque al sonreír elevamos el nivel de las hormonas que nos hacen sentir bien. Regala sonrisas y lograrás un impacto positivo en el mundo que te rodea.

Si quieres mejorar tu oratoria de forma distendida y divertida, apúntate a un club de Toastmasters. Espero que en el próximo concurso pueda oír tu discurso y me regales un mensaje inspirador. 

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