Mi tio Francisco García, Paquito para la familia, me ha hecho dos llamadas telefónicas, separadas más de 20 años entre ellas, que jamás olvidaré
. Paquito está enamorado de la música y desde pequeño le gustaba tocar la guitarra y componer canciones. Esta pasión le llevó de mayor a ser miembro del grupo n’Gai-n’Gai (ngaingai.cat) y a crear su propio grupo de música
Salzburg. Estos grupos quizás no han vendido millones de discos pero tocan buena música y han tenido muchos momentos de fama: han tocado en televisión en múltiples ocasiones y han sonado en la radio con fuerza sobretodo cuando sacan un nuevo álbum.
Cuando yo tenía 20 años, por allá en 1.992, de esto hace ya más de 20 años (ya he superado el punto de no retorno que Serrat inmortalizó diciendo «hace 20 años que tengo 20 años»), n’Gai-n’Gai sacó un nuevo disco llamado «Barres i birres»
que tuvo buena crítica y que causó un cierto revuelo. A raíz del disco invitaron a la banda a tocar en muchos bolos (conciertos en directo) y también a salir en varios programas de televisión. Esta publicidad hizo que muchas emisoras de radio les quisieran entrevistar y esto era fantástico para el grupo porque les permitía darse a conocer y promocionar el nuevo disco.
Un domingo por la noche de aquél lejano 1.992 sonó el teléfono de mi casa.
Yo con 20 años vivía en casa de mis padres y la llamada me cogió con el pijama puesto y a punto de acostarme. Mi tío Paquito preguntó por mi y yo un poco desconcertado me puse al teléfono. Me contó que al día siguiente tenían una entrevista en Radio Terrasa y que ninguno de los miembros del grupo podía asistir, y entonces me hizo la gran pregunta: «David, he pensado que podías ir tu y hacerte pasar por el batería, ¿Te apetece?».
Yo por aquella época era introvertido, con granos en la cara, me costaba hablar en público y me gustaba pasar desapercibido. Hablar en la radio era algo que me quedaba muy lejos y por eso mi primera reacción casi me llevó a decirle «No, gracias». Pero entonces reflexioné. Me di cuenta que mi tío debía estar desesperado por encontrar a alguien y seguro que había llamado a todo el listín telefónico antes de llamarme a mi. Además, pensé que aunque me diera miedo podía ser una buena experiencia, quizás un poco traumática, pero seguro que positiva. Yo era jovencito pero ya había leído por algún lugar que cuando salimos de nuestra zona de confort y hacemos cosas que nos incomodan es cuando crecemos como personas
. Y de forma un poco inconsciente le dije «Sí, quiero».
La entrevista no pasará a la historia por ser brillante pero recuerdo que me metí tanto en el papel del batería del grupo que me mostré extrovertido e iba dando golpes con las manos por todos lados como si estuviera siguiendo un ritmo interior. Eso captó la atención del locutor y lo comentó en antena. Ese fue mi pequeño momento de fama. Esa experiencia de alguna manera me marcó
y me mostró que si era extrovertido lograría conectar mejor con las demás.
Un domingo de hace dos semanas volvió a sonar el teléfono mi tío Paquito preguntó de nuevo por mi. Esta vez con 43 años la llamada me cogió emancipado, casado, y con tres hijas. Yo con cierta curiosidad contesté y él me explicó que estaban grabando un disco con un grupo recién creado llamado Padeviena (facebook.com/Padeviena) y que necesitaba que un grupo de niñas cantaran los coros de la canción «Creixent na, na, na» y me preguntó «David, ¿Te apetece que tus hijas canten?». Esta vez tenía la lección bien aprendida y sabía que era una oportunidad para que mis hijas vivieran algo nuevo, distinto y enriquecedor. No dudé ni un segundo en responderle «Sí, quiero».
Este miércoles hicimos la grabación y mis hijas pudieron vivir una experiencia parecida a la que yo viví hace más de 20 años. Con sólo 8, 7 y 4 años, Arianna, Elia y Laia, estuvieron en un estudio de grabación cantando como profesionales. Salieron entusiasmadas y con ganas de ver el disco en las tiendas (tendrán que esperar hasta el verano para verlo en las tiendas). Esta experiencia les quedará grabada en la memoria para siempre y ya nadie se la podrá borrar. Quizás además les habrá servido para crecer un poco más.
Gracias Paquito por estas experiencias inolvidables!