La ciencia lleva más de 2.000 años intentando entender nuestro cerebro y aún estamos lejos de comprender todos los entresijos de las neuronas y sus conexiones que forman los 1,5kg de masa cerebral y que hace que cada uno de nosotros sea único. Si lo pensamos, es sorprendente que entendamos las leyes que rigen el funcionamiento de los agujeros negros que están al otro lado del universo y en cambio no sepamos cómo funciona nuestro cerebro. En las últimas décadas sin embargo se han realizado avances muy grandes mapeando todas las partes del cerebro y estudiando sus funcionalidades con técnicas como la Electroencefalografía (EEG), la Tamografía Axial Computerizada (TAC), la Tomografía por emisión de positrones (TEP), o las famosas técnicas de Imágenes por Resonancia Magnética (MRI y fMRI).
Ahora bien, una cosa es entender el funcionamiento de las neuronas, los neuro-transmisores y los bloques funcionales del cerebro, y otra cosa muy distinta es entender cómo somos; terreno de momento en manos de la psicología y la psiquiatría. Una cosa es entender las partes de un ordenador y sus funcionalidades y, otra muy distinta, es entender el software que se ejecuta con todos sus bucles y todas sus órdenes. Los humanos somos complejos por naturaleza porque la evolución nos ha hecho por partes, que no están tan bien integradas como sería deseable, y eso hace que hasta nos resulte difícil conocernos a nosotros mismos.
Conocer a una persona a fondo pasa por entender los 6 bloques que la conforman (personalidad, capacidades, valores-creencias, motivaciones, memoria y su físico -lo abordaré en un próximo post-) pero también podemos utilizar otra mirada más funcional que resulta muy útil e interesante para entender cómo pensamos, sentimos y actuamos así como entender las tensiones internas que tenemos (p.e. quiero ir al gimnasio pero no voy). Esta mirada es la que permite ver el cerebro como la suma de 3 seres distintos: Ser Ejecutivo, Ser Autónomo y Ser Externo -Modelo EAE-.
En nuestro cerebro hay zonas distintas que se han desplegado a lo largo de la evolución y que tienen motivaciones distintas -intereses distintos que generan tensiones internas- y, si bien creo que todos estaremos de acuerdo en decir que en realidad no tenemos 3 seres distintos dentro de nosotros (si somos personas sanas, tenemos una sola identidad), el modelo de los 3 seres es útil para explicar las tensiones internas que tenemos. Tanto es así que Freud habló del Ego-SuperEgo-Ello, Eric Berne presentó el modelo Padre-Adulto-Niño (PAN) y, por mencionar alguien más cercano y divertido, Steve Peters habla del Chimpancé-Humano-Computadora (CHC). El modelo de los 3 seres Ejecutivo-Autónomo-Externo (EAE) que presento a continuación está basado en la idea de los 3 cerebros biológicos y del triángulo pensar-sentir-actuar, y a mi me ayuda a entender cómo somos.
Los 3 cerebros biológicos
La teoría de los 3 cerebros propuesta por el neuro-científico Paul MacLean en la década de 1970 explica que la evolución ha ido creando el cerebro por etapas y, al observar el cerebro físico, se puede ver que hay 3 grandes macro estructuras distintas que además ejecutan funciones diferenciadas:
Los 3 cerebros ‘biológicos’ son:
- Cerebro reptiliano que controla aspectos básico como los instintos y la supervivencia
- Cerebro límbico que es el responsable de las emociones (y tiene gran relación con la memoria)
- Cerebro racional -neocortex- que nos aporta lógica, organización de ideas y planificación
La neuro-ciencia actual ha mostrado que esta teoría, que inicialmente fue ampliamente aceptada, no refleja la realidad de nuestro cerebro porque estas 3 áreas cerebrales no son tan independientes como postuló MacLean sino que trabajan conjuntamente de forma inter-relacionada. Sin embargo, esta teoría sigue siendo atractiva porque es un modelo sencillo que explica el macro-funcionamiento del cerebro: (1) tenemos unos instintos básico (miedo, hambre, sexo, supervivencia), (2) tenemos unas emociones que tiñen de color todas las experiencias que vivimos, y a parte, (3) tenemos un cerebro racional que nos permite analizar, simular y reflexionar. Entender que tenemos estos 3 cerebros ya nos da pistas de porque a veces las emociones nos dominan y nos cuesta gestionarlas (se generan de manera independiente del neocortex). Este modelo además resulta interesante porque es la base biológica del triángulo pensar-sentir-actuar que nos ayuda a entender cómo somos y cómo actuamos.
Triángulo Pensar-Sentir-Actuar
Los animales mamíferos son más sencillos que nosotros y, simplificando, podemos decir que sólo tienen cerebro reptiliano y emocional. Los animales, frente a un estímulo externo, responden con emoción-reacción: experimentan una emoción y su cuerpo y su comportamiento reacciona en consecuencia. Por ejemplo, le pisas la cola al perro, siente dolor, se enfada, y actúa revolviéndose y mordiéndote o, en función del perro, llorando y saliendo corriendo.
(Nota: El perro no tiene cerebro racional y la única manera que tenemos para que no se coma la galleta de la foto es enseñarle, a base de repeticiones, que la galleta no se come. Es decir, nosotros debemos actuar como su cerebro racional y debemos cambiar su cerebro límbico-emocional-conductual a base de repeticiones.)
La complejidad y superioridad de los humanos sobre un perro viene dada porque además de los cerebros reptiliano y emocional, también tenemos el cerebro racional -neocortex- que nos sirve, entre otras cosas, para simular el futuro, analizar causas-consecuencias, gestionar las emociones de forma estratégica, y reaccionar de la forma que más nos convenga. Así, a diferencia del perro, el humano frente a un estímulo externo responde con la cadena emoción-decisión-reacción: cuando sentimos una emoción, en lugar de reaccionar automáticamente en base a comportamientos aprendidos, tenemos la capacidad de analizar la situación antes de decidir cómo reaccionar. Cuando nos dan un golpe, antes de responder impulsivamente gritando y quizás golpeando, tenemos la capacidad de decidir qué nos interesa hacer para quizás responder “ves con cuidado por favor». El perro no puede decir estratégicamente, pero nosotros sí, y la cadena para el hombre es: Estímulo —> Emoción —> Decisión —> Reacción (sentir-pensar-actuar).
(Nota: La imagen tiene truco porque el niño cogerá la galleta ya que su neocortex aún no está desarrollado y por eso no está capacitado para gestionar sus impulsos. Dicho en otras palabras, la capacidad de «decisión» de los humanos depende de nuestra madurez y de nuestra voluntad en ejercerla.
La ciencia ha demostrado que esta relación emoción-decisión-reacción no es siempre lineal sino que en realidad actúa como un triángulo en que cualquiera de los vértices puede ser el origen de la cadena. Es decir, no sólo funciona la secuencia pensar-sentir-actuar (pienso que me faltas al respeto, me enfado, te hablo mal), sino que también funciona, por ejemplo, la secuencia actuar-sentir-pensar (me fuerzo a sonreír, me siento mejor, pienso de forma más creativa).
Un estudio especialmente destacable y popular en este sentido es el realizado por la psicóloga Amy Cuddy de Harvard en que explica como tu manera de actuar (concretamente tu posición corporal) afecta a los niveles hormonales, a tu forma de sentir y finalmente a tu forma de pensar y comunicar.
Modelo de los 3 Seres Ejecutivo-Autónomo-Externo
Conocer el triángulo pensar-sentir-actuar y los 3 cerebros nos da la base para encontrar el sentido al modelo EAE de los 3 seres; si bien no hay una equivalencia directa entre ellos, sí hay muchos puntos de encuentro como se verá en la descripción de cada ser. El modelo de los 3 seres aporta una mirada más amplia que permite hablar de nuestra identidad, las motivaciones que nos impulsan y las tensiones internas que vivimos.
Ser Autónomo
Es el ser actúa cuando estamos en piloto automático porque es instintivo y alberga los patrones aprendidos a base de repeticiones o de experiencias impactantes. Así pues, este ser lo hemos construido principalmente al ir repitiendo acciones y generando así unos patrones de pensar, sentir y actuar. Además, este ser autónomo está gobernado por creencias y valores que se han conformado como resultado de nuestras vivencias y de nuestra manera de entender el mundo.
Una parte esencial de este ser son las emociones que se generan automáticamente -sin nuestro control- y los sentimientos más elaborados, así como las motivaciones más instintivas que buscan la recompensa inmediata y el placer. Un aspecto clave del ser autónomo es que si nos despistamos toma el control absoluto de nuestra persona y controla la forma en que funcionamos en el mundo, la forma en que actuamos y la forma en que comunicamos.
Ser Ejecutivo
Es el ser pensante que analiza, valora alternativas y toma decisiones. Tiene en cuenta nuestros valores, aquello que queremos en la vida y es la fuente de motivaciones elaboradas que nos llevan a definir planes de acción; es capaz de gestionar recompensas diferidas a través de las cuales obtenemos la satisfacción después del sacrificio y el esfuerzo.
Otro aspecto clave del ser ejecutivo es que tiene capacidad de gestionar las emociones y tomar decisiones estratégicas para controlar la respuesta más instintiva del Ser Autónomo: si por ejemplo nos golpean, el Ser Autónomo respondería en base a un comportamiento aprendido (una persona de temperamento sumiso quizás bajando la cabeza y huyendo y, una persona de temperamento agresivo, quizás gritando y golpeando) mientras que el Ser Ejecutivo puede decidir en esta situación concreta actuar de forma distinta a la habitual (quizás diciendo “por favor, ves con más cuidado”).
Un aspecto relevante de este ser es que nos empuja a ser mejores personas porque define un yo-ideal en base a (1) nuestros intereses íntimos y reales y (2) a lo que se espera de nosotros -lo que la sociedad y nuestro ‘padre’ espera de nosotros- (SuperEgo de Freud o el Padre de Berne). Este yo-ideal es aquello en lo que nos gustaría convertirnos, aquella persona que nos gustaría ser, y es fuente de motivación para cambiar nuestra forma de actuar (ser externo) y nuestro ser de fondo (ser autónomo). El yo-ideal nos empuja en nuestro conjunto a ser mejor persona.
Ser Externo
El ser externo es aquél que proyectamos hacia afuera, las acciones que realizamos (a veces meditadas y a veces más autónomas) y la forma de comunicar que utilizamos. El ser externo es lo único que el mundo conoce de nosotros y decide si mostramos nuestros sentimientos, nuestra vulnerabilidad o por el contrario muestra una máscara fuerte y fría. Nos construimos un ser externo en base a cómo decidimos mostrarnos y cómo queremos que los demás nos vean. El ser externo a veces está dominado por el ser autónomo subconsciente y otras veces por el ser ejecutivo.
Hay personas que crean 2 seres externos, uno para el trabajo y otro para la familia y los amigos. Hay otras personas que son muy exigentes consigo mismas y adoptan unas conductas determinadas pensando que eso les hace ser mejores y que eso es lo que se espera de ellas, aunque en realidad en su interior el cuerpo les pide gritar y salir corriendo. Cuando existen tensiones entre los 3 seres, el ser externo juega su papel: por ejemplo, si mi jefe me hecha una bronca, (1) el ser autónomo se enfada y quiere pegarle un grito al jefe mientras da un portazo, (2) el ser ejecutivo entiende al jefe y cree que deberíamos ser mejor persona y decide actuar mejor la próxima vez, y (3) el ser externo mantiene la compostura, baja la cabeza y dice “lo siento”.
Tensiones entre los 3 seres
Existen tensiones entre los 3 seres porque tienen motivaciones distintas:
- El ser ejecutivo persigue un yo-ideal, un comportamiento en base a nuestros valores y está dispuesto a tener recompensas diferidas.
- El ser autónomo minimiza la energía que gastamos en la toma de decisiones y aplica los patrones aprendidos de comportamiento; además es más primitivo en las respuestas emocionales y se guía por el placer y la recompensa inmediata.
- El ser externo quiere mostrar una cara que guste a los demás buscando la aprobación de la comunidad y valora si conviene ’soltarse el pelo’ y ser atrevido o ser más comedido en las formas.
Existen algunas tensiones positivas y muchas otras tensiones que, como no quiero llamarlas negativas, diré que nos complican la vida y que añaden complejidad a nuestra existencia. Estas son las principales que encontramos en nuestra vida cotidiana:
Yo ideal
Una tensión positiva se genera continuamente cuando el ser ejecutivo marca un yo-ideal que impulsa al ser autónomo a ir cambiando (el cambio no se hace de golpe sino que es un proceso) y que en el proceso logra que el ser externo muestre una versión mejor de nosotros mismos. Un ejemplo cotidiano es cuando el ser autónomo tira un papel al suelo porque no encuentra ninguna papelera cerca y el ser ejecutivo dice “yo no quiero ser este tipo de persona” y entonces pide al ser externo que se agache, recoja el papel y lo tire en la papelera más cercana; el ser autónomo se irá quejando todo el rato pero aprenderá a hacerlo mejor la próxima vez.
Miedo
Los miedos instintivos nos bloquean y limitan nuestro campo de actuación. En muchas situaciones el miedo es útil y evita que corramos peligros innecesarios (p.e. tengo miedo de la oscuridad y a las 11 de la noche no me meteré por ese callejón oscuro), pero en otras ocasiones nos hace un flaco favor y no nos permite salir de nuestra zona de confort (p.e. quiero llamar a un potencial cliente pero tengo miedo de sí lo haré bien y voy posponiendo la llamada). Existe una tensión entre un parte instintiva del ser autónomo que expresa ese miedo y el ser ejecutivo que ve las ventajas de salir de la zona de confort.
Disciplina
El ser ejecutivo toma decisiones meditadas que nos van a reportar beneficios: voy a estudiar mucho para el examen, voy a ir cada día al gimnasio y voy a comer sano. Sin embargo, nuestro ser autónomo tiene otras motivaciones (impulsos de placer y satisfacción) y quiere ir a la playa en lugar de estudiar, mirar la tele en lugar de ir al gimnasio y comer un helado en lugar de una ensalada. Todas las técnicas de motivación y disciplina que podemos aprender son herramientas que le damos a nuestro ser ejecutivo para que pueda convencer al ser autónomo. ¿Quién de los dos seres va a ganar? Si la motivación no es suficientemente potente, ganará el ser autónomo. Si el ser ejecutivo logra imponerse podemos decir que existe una tensión positiva que nos arrastra a hacer acciones que nos aportaran beneficios a medio plazo y nos harán sentir mejor.
Creencias
La disciplina y el esfuerzo en otras ocasiones no son suficientes porque el ser autónomo tiene instaladas creencias que quizás el ser ejecutivo no sabe ni que existen (o al menos no es consciente de la fuerza que tienen) y que pueden boicotear sus planes. Por ejemplo, estás valorando comprar un piso y tu cerebro ejecutivo ve que es una buena inversión y que te permitirá ser más feliz en el futuro y hasta ha podido convencer al ser autónomo a pesar de sus contra argumentos (miedo de no poder pagar la hipoteca, ganas de gastarse el dinero de la entrada en un viaje, no querer el compromiso de tantos años con el banco); pero notas que no te terminas de decidir porque hay algo que te frena y por muchas vueltas que le das nunca tomas la decisión final: podría ser que la causa fuera que tengas una creencia instalada en tu ser autónomo que afirma “la libertad no tiene precio” y hasta que no la identifiques y la trabajes, no podrás tomar la decisión de comprarte el piso; o aún peor, si lo compras tendrás una sensación de malestar que te va a ir minando cada día. Todos tenemos creencias; este es un ejemplo de creencia limitante, pero también existen creencias potenciadoras (por ejemplo «yo siempre acabo solucionando los problemas”) que pueden ejercer una tensión positiva para proyectarnos hacia adelante a pesar de que el ser ejecutivo no lo vea claro; es esa vocecita que te dice “Atrévete! Todo va a salir bien!».
Traumas
Algunas personas han vivido momentos difíciles e incluso traumáticos que han dejado una huella profunda en su ser autónomo. En algunos casos, ese trauma ha sido escondido y el ser ejecutivo no lo recuerda ni tiene consciencia de como está afectando a la persona. Esa es una fuente de tensión entre el ser ejecutivo que, por ejemplo, quiere ir de viaje a Tailandia, y el ser autónomo que tiene un trauma de un accidente y que evita desplazamientos largos dando otras excusas como que son caros o que disfruta más estando en casa. Los traumas tienen mucha fuerza y si no los identificamos y los trabajamos no nos dejarán avanzar en nuestra vida.
Comportamientos aprendidos
El ser externo tiene unos patrones de comportamiento y de comunicación que ha ido consolidando con el paso de los años. Hemos encontrado una forma de vestir que refleja nuestro estilo, hablamos con un vocabulario que nos parece adecuado, no decimos palabrotas (o sí), somos directos hablando, somos bromistas para caer bien a la gente o para reducir la tensión del ambiente, y un sinfín más de patrones. Estos patrones son tan automáticos que, si el ser externo decide que conviene actuar de una forma distinta, nos va a costar mucho esfuerzo y va a requerir energía e intencionalidad. Tanto es así que incluso creeremos que el cuerpo tiene vida propia y actúa como quiere aunque le digamos lo contrario. Un ejemplo de esta situación me lo encuentro con frecuencia en las clases de comunicación que doy en el IESE en que el alumno se dice “no me quiero poner nervioso al hablar en público” y en cambio, cuando se pone en pie, sus manos tiemblan, la voz se le entrecorta y su cara se llena de sudor. Existe una tensión entre el ser externo y el ser ejecutivo y cambiar los comportamientos va a requerir un esfuerzo.
En resumen …
Las personas somos complejas porque la evolución ha ido ampliando nuestras capacidades con el paso de los años (millones de años) para adaptarnos al medio y sobrevivir. Tanta es la complejidad que a pesar de entender las leyes que gobiernan el universo, los agujeros negros y la materias oscura, no sabemos aún como funciona nuestro cerebro. Una forma de entender las tensiones internas que vivimos es usando el modelo de los 3 seres: Autónomo, Ejecutivo y Externo. A mi me resulta muy útil para entenderme mejor y para encontrar estrategias para hablar con las distintas partes de mi ser y así lograr aquello que deseo.
Llegados a este punto, y para cerrar este artículo, te lanzo una pregunta que no tiene respuesta directa y que podemos comentar en otro post. Ahí va la pregunta: ¿Quién eres en realidad: eres lo que piensas, lo que sientes o lo que haces? ¿Eres el ser Autónomo, el ser Ejecutivo o el ser Externo? ¿Qué es aquello que realmente te define?